18/05/2021. Según la definición de
wikipedia y cito literalmente: “El
ecocidio es un neologismo que, en principio, hace referencia a cualquier daño masivo o destrucción ambiental de un territorio determinado, parte de uno o más países, o bien, con consecuencias a escala global”.
El término es relativamente nuevo, pero los actos que lo definen no lo son. Desde que empezara la era moderna y más concretamente la
Revolución Industrial, las acciones que han dado lugar a este nuevo término no han parado de sucederse. Por desgracia,
estos dos últimos siglos, aunque representan el referente del progreso y de los avances que nos catapultarán a otra era, están resultando trágicos en términos medioambientales.
La razón principal de todo este desastre, no es tanto, una acumulación de circunstancias concretas de destrucción ambiental (según
la definición del termino por wikipedia), sino, sobre todo, Una
ceguera generalizada, una inconsciencia colectiva en nuestra interacción con el medio que hace que nos comportemos como
un rebaño abducido por la bella melodía de un nuevo flautista de Hamelin que, sigilosamente nos conduce a la destrucción de nuestro hábitat.
Individualmente, como ciudadanos de una comunidad, como ciudadanos del mundo,
no somos conscientes de nuestros actos en relación con el medioambiente, no somos conscientes de nuestra participación en el ecocidio silencioso y colectivo que estamos provocando.
El otro día, decidí salir de marcha por
‘La Verea del Pajarero’: !Me encanta¡. Es un camino natural al que se llega por el camino a Los Molares, frente a la rotonda del final de la calle Molares (entre el antiguo ‘Tomate’ y el almacén de Camu)
hay que seguir adelante sin desviarse hasta que llegamos a una zona de pista sin asfaltar; a partir de ahí, comienza la verea.
Si estuviera arbolada, si hubiese sombras esparcidas, se transformaría en el mejor espacio natural de Utrera para ejercitar las piernas y despejar la cabeza. El grupo de Voluntarios Ambientales ya ha comenzado a dar los primeros pasos para la
plantación de árboles en sus márgenes.
...Pues eso, que salgo de casa y me dirijo allí atravesando el campo desde
El Junquillo y, al cruzar un alto por donde transcurre el
cauce del Calzas Anchas, me encuentro con que alguien, ese mismo día, tal vez una o dos horas antes, acaba de tirar en el mismo cauce y justo al lado de la bocana de salida de la corriente todos los
escombros de una pequeña obra: ladrillos, sacos de plástico de obra, tuberías, rasillones, desechos del desayuno, una cerradura completamente nueva (sin llave), solerias, etc. etc... [...] sin palabras.
El que ha tirado allí todo aquello es un ciudadano de Utrera, un paisano nuestro, alguien que conocemos, alguien que sin duda debe de ser una buena persona; es posible incluso que se vista de nazareno acompañando a alguna de las cofradías del pueblo, es posible además, que sea un “nota” simpático y un buen contador de chistes.
También es probable que nuestro vecino sea un “tío apañao” dispuesto a ayudarnos con cualquier percance... Pero lo que está claro, es que nuestro paisano no es consciente de que haber tirado todos esos escombros allí está mal.
No es consciente del daño que ha hecho, no es consciente del perjuicio que actos como ese —multiplicado por otros tantos de ciudadanos de aquí y de otras partes—, pueden
causar en este raro, particular y exclusivo planeta que nos cobija y permite que tengamos una historia que contar, si lo fuera, no actuaría así.
Esta es precisamente la principal conclusión de estos pensamientos que hoy me embargan.
Vivimos de manera inconsciente en lo que al respeto por el medio ambiente se refiere. Todos: los gobiernos, la industria, las instituciones, las empresas, los ciudadanos...; por eso, digo que la ceguera es generalizada, que la inconsciencia es colectiva; por eso, el
ecocidio es involuntario, silencioso.
Todos en mayor o menor grado somos cómplices, todos seguimos codo con codo las directrices de un modelo socio productivo basado principalmente en el consumo disfrazado de un flautista que nos embelesa con su melodía, pero alejado y opuesto al respeto y los cuidados que la Naturaleza necesita.
Fuente: Juan Ramón de la Rosa Rodríguez